No hay lugar para la nada
Quiero levantar cada día
las esperanzas dormidas
junto a los ojos planos de la muerte.
Y tronar las trompetas de la vida
en desafío abierto.
Bajar al pozo oscuro de la tristeza,
y allí encender mi lámpara
y todas las lámparas vivas.
Llegar a lo más hondo,
buscar un hilo de esperanza,
iluminarlo por dentro,
alentarlo con el vaho de mi ternura,
mimarlo,
gritarle luego:
¡levántate y anda!
Hay mucho que hacer
el tiempo se acaba
no hay lugar para la nada
que avanza y mata.